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¡Ya estamos terminando nuestro súper proyecto de los cuentos sobre los Diez Mandamientos! Esta vez, nos tocó trabajar todos los sextos juntos para crear el último: el mandamiento “No codiciarás”. No nos importó que fuera en el tiempo del recreo ya que nos gustó mucho la actividad y así podíamos trabajar todos juntos.
Al principio no fue fácil, porque la palabra “codiciar” no es algo que usemos todos los días. Así que lo primero que hicimos fue hablar un montón entre los tres grupos para entenderlo bien.
Fuimos diciendo lo que pensábamos:
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“Es como querer lo que tiene otra persona...”
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“Sí, pero con envidia, como si lo tuyo no valiera nada...”
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“¡Y que te enfadas si no lo tienes!”
Después de hablarlo mucho, entendimos que este mandamiento nos enseña a no desear con envidia lo que tienen los demás, y a estar contentos con lo que tenemos.
Como era el último cuento, queríamos que quedara genial. Así que entre todos los grupos empezamos a imaginar cómo tenía que ser:
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Para niños y niñas de 4 años.
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Que fuera sencillo, tierno y con una enseñanza clara.
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Que apareciera nuestro burro favorito: Mensajero (¡no puede faltar!).
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Que hubiera un problema por desear lo de los demás, pero que se resolviera con una lección bonita sobre compartir, valorar y alegrarse por otros.
Estuvimos un buen rato haciendo borradores, cambiando cosas, leyendo en voz alta... ¡hasta que dimos con el prompt perfecto! Nadie dijo “esto no me gusta” porque todos estábamos de acuerdo en que así estaba genial.
Y este fue nuestro prompt final:
“Escribe un cuento para niños y niñas de 4 años sobre el mandamiento ‘No codiciarás’. El burro Mensajero visita una pequeña ciudad donde algunos niños empiezan a desear los juguetes y cosas de los demás, y eso crea tristeza y peleas. Mensajero les enseña con ternura que es importante disfrutar lo que tenemos, compartir y alegrarnos con los demás. El cuento debe ser sencillo, con diálogo entre los personajes y un final que invite a la amistad y la generosidad.”
Nos gustó mucho trabajar en grupo grande. Aprendimos que hacer un buen prompt no es solo escribir rápido, sino pensar, escuchar a los demás y mejorar entre todos.
Y ahora… ¡a ver cómo queda el cuento con la ayuda de la IA!
Estamos muy contentos de haber llegado hasta aquí
Mensajero y el lío de los juguetes
En una pequeña ciudad llena de colores y risas, vivían niños y niñas que jugaban todos los días en la plaza. Un lunes por la tarde, llevaron sus juguetes favoritos para compartir.
Lola llevó su cocinita de madera.
Martín trajo un coche de carreras que hacía "vruuuum".
Sara tenía una muñeca que hablaba.
Y Nico, un tambor rojo que sonaba fuerte: ¡pum, pum, pum!
Al principio, todos jugaban felices. Pero pronto empezaron los problemas…
—¡Yo quiero ese coche! —dijo Nico, dejando su tambor en el suelo.
—Pues yo quiero la muñeca de Sara… ¡la mía no habla! —protestó Lola.
—¡No es justo! ¡Yo quiero la cocinita! —gritó Martín.
Los niños dejaron de sonreír. Se cruzaban los brazos y ponían caras largas. Nadie jugaba ya con sus propios juguetes. Todos querían lo de los demás.
De pronto, se escuchó un clip clop, clip clop suave.
—¡Es Mensajero! —gritó Sara.
Mensajero, el burro gris con alforjas rojas, llegó trotando y saludó con una gran sonrisa.
—¿Qué pasa aquí, peques? ¿Por qué esas caritas tristes?
—Queremos los juguetes de los otros… —dijo Martín bajito.
Mensajero se sentó despacito y sacó de su alforja… ¡una caja vacía!
—¿Sabéis qué hay aquí? —preguntó con una sonrisa.
—Nada… —respondió Lola.
—Pues no. Aquí guardo una cosa invisible pero poderosa: la alegría de tener lo que tengo. Y también otra muy especial: la alegría de ver felices a los demás.
Los niños se miraron.
—¿Tú te alegras cuando los demás son felices? —preguntó Sara.
—¡Claro! Y cuando compartimos, esa alegría se hace más grande. No necesitamos tenerlo todo. Podemos jugar juntos, reír juntos y cuidarnos.
Entonces Nico cogió su tambor.
—Sara, ¿quieres que toque música para tu muñeca?
—¡Sí! Y yo te presto la muñeca un ratito.
Lola trajo su cocinita.
—Vamos a hacer comida de juguete para todos.
Y Martín, con una gran sonrisa, empujó su coche hacia Mensajero.
—Tú también puedes jugar, burro sabio.
Mensajero rió con ternura y dijo:
—¡Así me gusta! Compartir, disfrutar y alegrarnos con lo que tenemos. ¡Eso es vivir con el corazón lleno!
Desde ese día, en la pequeña ciudad, los niños aprendieron que no hace falta tener lo de los demás para ser feliz. Porque lo mejor… es disfrutar juntos.
FIN 🐴💛
Nos despedimos con ganas de leer todas las historias.
Los tres grupos de 6º.
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