¡Hola de nuevo! Ya vamos por nuestro tercer cuento con la ayuda de la IA y Mensajero, nuestro burrito favorito.
Cada vez que escribimos un nuevo cuento, sentimos que mejoramos mucho en esto de hacer prompts.. Esta vez nos tocó trabajar el mandamiento "No hurtarás", es decir, no robarás.
Sabemos que un prompt es como una orden clara que damos a la IA con todos los detalles necesarios para que nos ayude a crear una historia perfecta.
Así que repasamos lo que ya sabemos de los cuentos anteriores: tono adecuado, personaje principal (¡Mensajero siempre debe aparecer!), mensaje claro para los más peques, y un ejemplo de la enseñanza del mandamiento.
Después de hablarlo en grupo, escribimos:
"Escribe un cuento para niños de 4 años que enseñe el mandamiento ‘No hurtarás’. El personaje principal debe ser Mensajero, un burro gris con alforjas rojas. En la historia, alguien toma algo que no es suyo sin pedir permiso y Mensajero le ayuda a entender que está mal, que eso se llama robar, y que es mejor devolverlo y pedir perdón. El cuento debe ser corto, fácil de entender y con una enseñanza clara al final."
Cuando la IA leyó nuestro prompt, nos dijo algo que nos encantó:
¡Este prompt está súper bien estructurado! Me habéis dado toda la información importante: edad del público, personaje, mensaje, tono… ¡Así da gusto trabajar!
Pero también nos hizo una sugerencia:
¿Y si hacéis el cuento un poquito más divertido incluyendo un objeto especial que se pierde o se esconde, como un caramelo mágico o una brújula que brilla? A los niños pequeños les encantan los misterios y las sorpresas.
Nos gustó mucho la idea, así que escribimos otro prompt más emocionante:
"Escribe un cuento para niños de 4 años sobre el mandamiento ‘No hurtarás’. El personaje principal será Mensajero, un burro gris con alforjas rojas. En la historia, un personaje encuentra un caramelo mágico que no es suyo y se lo guarda sin decir nada. Mensajero le enseña que tomar algo que no te pertenece se llama robar, y que es mejor devolverlo y decir la verdad. El cuento debe ser corto, con un toque divertido, y con una enseñanza clara al final."
Después de eso, La IA escribió un cuento precioso (¡que leeréis a continuación!).
Nos dimos cuenta de que cuando un prompt está bien pensado desde el principio, la historia queda justo como la imaginamos.
Pero siempre se puede mejorar con ideas creativas y detalles divertidos.
¡Y lo más importante! Aprendimos que robar no es solo tomar cosas grandes o valiosas, sino cualquier cosa que no es nuestra y que tomamos sin permiso, aunque sea un caramelo.
Lo correcto es devolverlo y pedir perdón, y eso hace que todos se sientan mejor.
"El caramelo que brillaba"
Había una vez, en un soleado campo lleno de flores y mariposas, un burrito muy especial llamado Mensajero. Era gris, con unas alforjas rojas que siempre traían mensajes importantes, canciones y cuentos.
Un día, Mensajero fue a visitar a sus amigos del prado. Cuando llegó, vio que todos estaban muy emocionados. ¡Había llegado una caja misteriosa desde el bosque brillante! Dentro de la caja había un solo objeto: un caramelo mágico que brillaba como una estrella y olía a fresa con nube de azúcar.
—¡Qué bonito! —dijo Conejina, dando saltitos.
—¿Y quién lo trajo? —preguntó Tortugo, que siempre quería saber todo.
Nadie sabía de dónde había salido, pero todos decidieron dejarlo en una mesita mientras jugaban a la rayuela del prado.
Pero mientras todos saltaban y reían, Ratín, un ratoncito muy curioso, se acercó al caramelo y pensó:
"Solo lo tomaré un ratito. Nadie se dará cuenta..."
Ratín escondió el caramelo en su mochila y volvió al juego, como si nada. Pero mientras jugaban, el caramelo empezó a brillar más fuerte... ¡tanto, que su mochila parecía una linterna!
Mensajero lo notó enseguida.
—Ratín, ¿te pasa algo? Tu mochila está brillando mucho…
Ratín bajó las orejas.
—Lo siento, Mensajero... Vi el caramelo y lo tomé sin decir nada. Solo quería probarlo un poquito…
Mensajero sonrió con ternura y le puso una pezuña en el hombro.
—Ratín, cuando tomamos algo que no es nuestro sin permiso, eso se llama robar. Y aunque sea algo pequeño, no está bien. Pero siempre hay una manera de arreglarlo: devolverlo, pedir perdón y no volver a hacerlo.
Ratín se acercó a la mesita y devolvió el caramelo brillante.
—Perdón, amigos. No debí tomarlo sin preguntar.
Todos aplaudieron, y Conejina le dio un abrazo.
—¡Qué valiente eres por decir la verdad!
Y de repente… ¡el caramelo brilló aún más fuerte y se dividió en montones de mini caramelitos mágicos para compartir entre todos!
Desde ese día, Ratín aprendió que lo mejor no es esconder las cosas, sino compartirlas y hacer lo correcto.
Y como siempre dice Mensajero:
Ya solo queda un cuento por crear. Seguro que lo hacemos genial.—Un corazón limpio brilla más que cualquier caramelo mágico.
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